Lo más innovador es el diálogo, la conversación

Hace tiempo, unos cinco años ya, estando yo en Chile junto a una de las fundadoras de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas(ANAMURI), preguntándole con un tono muy técnico sobre los enfoques y metodologías que habían empleado para lograr una tan fuerte implicación de sus integrantes – ubicadas en cada una de las regiones de ese largo país – en la reflexión previa al Congreso Nacional, me explicó tranquilamente y con una sonrisa divertida que,sin duda, la metodología más innovadora era la conversación.

Últimamente he oído esta misma afirmación de modo recurrente, en un curso sobre Mediación Intercultural con perspectiva de género, en un espacio de estudio sobre Feminismos Decoloniales, en una preciosa iniciativa de autogestión como es EVA (Espacio Vecinal de Arganzuela – Madrid).Todas concuerdan en la relevancia del diálogo para avanzar hacia una convivencia inclusiva y equitativa de la cual todas las personas nos sintamos y hagamos responsables.

No me refiero, claro está, a cualquier tipo de diálogo. En esta sociedad se solapan a menudo conversaciones ininteligibles, que se desarrollan sin nunca converger, donde se llega a un entendimiento que supuestamente mejorará las relaciones, pero sin embargo todo sigue igual, que marginan a algún “otros”, donde se decide –con buena voluntad o sin ningún pudor – sobre temas que afectan apersonas que no son las partícipes en tal conversación.

Me refiero a diálogos en nuestra empresa, barrio, asociación, red,centro educativo, etc. que se rigen por una intencionalidad concreta, la de construir la convivencia antes señalada.

Para ello, hay unos cuantos elementos que convendría tener en cuenta:

  • no se da un diálogo real sino generamos primero un clima de confianza, donde cada persona se sienta respetada, escuchada en lo que dice y no por lo que es (por ejemplo, cargo directivo, o mujer -independiente de su posición, variando además en función de la belleza, edad, color… -, o migrante, o demasiado joven o demasiado mayor...), no juzgada, sin miedo a meter la pata, a que las demás piensen que dice tonterías, sin vergüenza por su confusión al no entender muy bien que esperan que diga o de que va la sesión, no obligada a mostrar conformidad con la opinión mayoritaria…
  • no hace falta que se den siempre consensos ideales, si hace falta tomar medidas puede optarse quizá por una aceptada como la posible y más conveniente en un momento dado. Pero, en otros casos, el beneficio directo es la mayor comprensión y, de ahí, empatía entre las personas, incluso si no están de acuerdo pueden llegar a entender la postura de las demás, reflexionar y ajustar su propia mirada, ponerse en el lugar de la otra persona. Esto en sí mismo, supone ya un nuevo escenario con mucho potencial para pasos colectivos y creativos.
  • no van a ser siempre espacios pacíficos y calmados, puede haber confrontación, es natural: se parte de visiones diferentes y, sobre todo, de prejuicios; se tienen necesidades y expectativas diferentes; cada cual considera que se merece más o un lugar especial por algún motivo – por pertenecer a un colectivo denominado excluido, por haber nacido ahí, por haber contribuido al Estado, por saber más del tema… Es importante cuidar el diálogo para que todas las participantes lleguen a reconocer la parte de razón o de verdad que cada persona puede tener, reconocer la legitimidad de cada persona en el mismo. Es fundamental también ser consciente de las propias posiciones de poder o privilegio.

Como dice Boaventura de Sousa: Lo diverso no es necesariamente desunido, lo unificado no es necesariamente uniforme,lo igual no es necesariamente idéntico, lo diferente no es necesariamente inferior o superior.

Busquemos diálogos basados en estas premisas

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